En el año 1977 la industria del videojuego doméstico se llamaba Atari. Existían otras opciones pero no eran relevantes en términos de negocio. Atari ya fomentaba que los juegos de terceros se publicaran para su modelo 2600 aunque su catálogo era clave.
Un día como otro cualquiera de finales de década, su Dpto. de marketing y ventas circuló un memorando interno a sus desarrolladores para informar de sus 20 videojuegos más vendidos con el fin de poner foco en esas tendencias a futuro. En esos tiempos, los desarrolladores tenían pequeñas primas por ventas de lo que creaban así que al recibir aquello pidieron el “que hay de lo mío”.
La frustración comenzó cuando Atari se negó a pagar una pequeña regalía y de la chispa, el fuego. Se intentó aplacar con pequeñas subidas de sueldo pero ya era tarde. Los desarrolladores habían recibido en forma de memorando un dato demoledor: “4 de los 30 diseñadores eran responsables de más del 60% del éxito de la compañía”.
Es decir, 4 tíos que ganaban 30.000$ al año generaban 60 millones de facturación.
Los cuatro en cuestión – Crane, Larry Kaplan, Alan Miller y Bob Whitehead – decidieron abandonar el barco y de la mano de Levy fundaron Activision (Microsoft pagó por su heredera en 2022 unos 68.700 millones de dólares).
La muerte de Atari llegaría un poco más tarde, pero eso da para otro asalto.