El 1 de Mayo del 2017 la joven Laura hizo un pedido de Lego Draco Malfoy, la figura del antihéroe de la saga de Harry Potter. Hace unos días, casi 6 años más tarde, la figura se le entregaba en casa para su sorpresa (y la de todos). Aliexpress, dónde la compró, respondía con guasa en twitter con el texto “la paciencia es la madre de todas las ciencias”.
¿Qué vida habrá tenido ese pedido? ¿Por cuantas manos habrá pasado, por qué circunstancias, qué almacenes, qué sistemas? ¿Por qué se demoró y quién se ha ocupado de cumplir con su deber a pesar del tiempo transcurrido? Lo cierto es que esta historia de incompetencia maravillosa me genera mucha curiosidad y, a contracorriente, me puse a pensar si la antítesis del Q-Commerce sería negocio.
Me explico: ¿es posible generar un negocio de custodia y envío demorado de productos? Ojo, no hablo de preventas. Pongo algunos ejemplos: pedir un felpudo para la casa que te entregarán 2 años más tarde en esa nueva dirección, comprar con 25 años un disco de vinilo para cuando cumplas los 30, un vino para celebrar tus bodas de plata con tu él/ella del futuro, planificar los próximos cumpleaños de alguien el día que no estés en su vida. Con los servicios sería más sencillo pero pierde chispa.
El reto es brutal, no solo porque hay que cobrar el producto en sí más un precio de almacenamiento o “consigna“ en función del tiempo de custodia; prever la inflación del futuro para el coste de transporte, packaging, costes directos e indirectos asociados del mismo. ¿Quizás un modelo por subscripción? Y seguí pensando y llegué a la conclusión que el verdadero reto sería tener un pedido vivo en tus sistemas mientras estos y tu ecosistema evoluciona: cms, pasarelas de pago, couriers, legalidad, fiscalidad, competencia, y un larguísimo etc. A eso, suma los cambios de opinión o vitales del cliente: cambios de dirección de entrega, gestión de devoluciones, garantías…
No sé si esta especie de cápsula del tiempo del ecommerce existe o si esta flipada mía podría ser viable pero no me cabe la menor duda que el resultado de este modelo de negocio conseguiría aquello que perseguimos todos los que nos dedicamos a esto: el efecto WOW de una persona que recibe una sorpresa que no esperaba a esas alturas de su vida.
Este mundo de inmediatez y conveniencia casa mal con el movimiento slow. “Wait for Commerce”: la espera, la ilusión, la sorpresa de ver algo del pasado llegar a alguien con el mensaje que inspiró a desearlo, en perfecto estado, en tu futuro, en su presente. Ahí lo dejo.