Hace dos décadas, un danés rubio y un tanto peculiar llamado Peter Sisseck aterrizaba en Ribera del Duero, proveniente de Burdeos y California. Necesitaba un hogar, y su búsqueda lo llevo a un precioso pueblo cisterciense de Ribera del Duero. Pidió alojamiento y una señora del pueblo, que como tanta gente vivía del viñedo le ofreció una casa deshabitada que poseía.
Así, en un tiempo muy diferente al nuestro, los días pasaban tranquilos en el corazón de ribera, y Peter, caminaba entre viñas con el fin de comprar un viñedo del cual extraer su sueño. El nieto de aquella señora que dio alojamiento a Sisseck, tenía en aquel momento 7 años. De la mano del genio visitaban los pueblos de la zona, preguntaban por viñedos en venta, negociaban. Al final Peter encontró su viñedo, y el joven creció aprendiendo el arte de crear un gran vino, trabajando la tierra.
Cuando el nieto creció, Peter agradeció a su casera el trato recibido pagando los estudios de enología a ese joven inquieto y tímido. Aprendió del creador de Pingus, junto a uno de los más grandes enólogos del mundo y llegó la hora de demostrar su valía.
Mientras, hacia el año 2006 un grupo inversor madrileño buscaba un proyecto enológico donde poder volcar pasiones y deseos en torno a la magia del joven prodigio. Vinos con espíritu, únicos, frutales y compensados. Una producción muy limitada, selecta, extraída de viñedos plantados en la milla de oro de Ribera del Duero, junto a Matarromera, Vegasicilia y Pago de Carraovejas. Un marco prodigioso de características climatológicas y del terruño que aportan lo necesario para crear un gran vino. Y de la mano del discípulo, nació San Bernardo.
Todo pintaba bien hasta que la realidad manchó al vino y la empresa empezó a hacer aguas. Pugnas de socios, falta de medios, saturación del sector, problemas personales y una crisis que no vieron venir. Fruto de aquello el proyecto se paralizó después de dos añadas en la calle, aún teniendo potencial para convertirse en un referente a nivel nacional. El sueño se vino abajo para los integrantes y como no, para el joven enólogo, que se vió obligado a dedicarse a otros asuntos y tomarse el viñedo como lo que siempre fué en su vida, una pasión.
Al genio le ha ido bien y hoy día goza de reconocido prestigio mundial. Su discípulo siguió otros caminos y dejó que su pasión quedara como tal antes de que la profesión se la cargara.
Así pues nos preguntamos. ¿Qué factores determinan el éxito en una bodega o condenan el proyecto al fracaso?
- Profesionalización: la mayoría de las bodegas existentes surgieron como evolución natural de agricultores que quisieron dar el siguiente paso produciendo vinos propios en lugar de vender la uva a terceros. Saber de campo y de empresa dista mucho.
- El sector bodeguero en España está muy atomizado. El 90% de las bodegas existentes en nuestro país son pymes, con poca estructura y capitalización. El concepto de Bodega Boutique con portfolio de gama alta exige acceso a mercados exteriores lo cual sin estructuras superiores (hubs de exportación) el futuro pinta negro.
- Competencia: ser uno de los principales países productores mundiales no ayuda a los pequeños dado el consumo actual por habitante. El mercado está saturado de cientos de marcas con escasa diferenciación (ni en tipología de producto, ni formatos, ni mercados).
- Dispersión: la época pre-crisis dio cabida en el sector a terceros con intereses que se alejan del fin primordial de una bodega. Proyectos inmobiliarios, turísticos o financieros han resultado a la postre, insostenibles.
- Socios – Trayectoria: la mayoría de los proyectos sólidos del sector tienen a sus espaldas 3 generaciones de experiencia, cariño y conocimiento. Además, suelen ser proyectos familiares donde las nuevas generaciones han ido profesionalizando aspectos de la generación anterior.
- Escalabilidad: a medida que las bodegas crecen las producciones se han de adaptar al nuevo tamaño. Crecimientos sostenidos y razonables son la clave frente a vías rápidas de crecimiento que arrastradas por pelotazos comerciales (en terceros países o en gran distribución).
- Seriedad – Honestidad: esta no requiere mucha explicación.
- Y luego todo lo demás: problemas de socios, de liquidez, fiscales, factores macro, in/capacidad de delegar o herencia a nuevas generaciones o cualquier otro aspecto que entre en ese cajón de/sastre que hace que un proyecto empresarial triunfe o se vaya al traste.