Mes de febrero de 2012 en Madrid. Era uno de esos días soleados y fríos de invierno que tanto me gustan de la capital. Tenía una reunión cerca de Sta Engracia así que como iba con tiempo me compré el periódico y me senté en un banco a disfrutar media horilla de esa ciudad que tanto echo de menos a ratitos. A penas llevaba 5 minutos cuando se me acerca un tipo de aspecto descuidado que rondaba los 45 con una cerveza en la mano (10 de la mañana) y se me sienta al lado.
Me pregunta: ¿Te importa que lea el periódico contigo? En absoluto, le dije. El elemento (esa fue mi primera impresión) iba leyendo mientras comentaba las noticias económicas en voz alta. De vez en cuando decía: “pasa página” a la par que yo le repetía: “sin prisas, este es el trato: si quieres co-leer el periódico, vamos a mi ritmo”.
Hablamos de las noticias, de los orígenes de la antigua DMR, de jazz y de África. Cuando llevábamos unas páginas me dice: “joder, como te lo montas. Un martes, leyendo el Expansión a las diez de la mañana, al solecito en el banco. . .”
Yo le respondi: “joder, mejor te lo montas tú qué haces lo mismo que yo, con una cerveza en la mano, un periódico que yo pagué, y alguien que te pasa las páginas.”
Era socio de Everis.
De este ratito aprendí tres cosas:
- La conversación rompe la mayoría de los prejuicios y solo en muy pocos casos, los confirma.
- La gente interesante la encuentras dónde y cuándo menos te lo esperas. Déjalos entrar…
- Con ganas y tesón se puede salir de casi cualquier modo de vida que te arrastre para hacer lo que te propongas, ya sean modos de vida ruinosos, o en casos como este, exitosos. Al menos para una gran mayoría, al menos a este lado del mundo!
Tras intercambiar tarjetas y despedirnos, yo me fui a una de las reuniones más ilusionantes del año que acabó como el rosario de la aurora. Pero eso, eso da para otro asalto.